divendres, 27 de setembre del 2013

Hace un año... Quién me lo iba a decir?

Era setiembre o octubre del 2012, creo recordar, aunque no estoy muy segura. Recuerdo que hacía calor y que era ya oscuro, quizás las 8 o las 9 de la noche. Un compañero del padre de las criaturas venía a cenar. Estaba haciendo una oferta para Buenos aires y estaban colaborando esos días en Lapa.

Vino a cenar, porque había partido del Barça, y como estaba en hotel, sólo, decidimos hacer “pinya”, adoptándolo por un rato y compartir una tortilla de patatas (de esas que se han idealizado y que ya no me atrevo a hacer, porque en el recuerdo de los míos es infinitamente siempre mejor que la que acabo de hacer, o eso me parece a mi).

Llevábamos un rato sufriendo un poco por los intentos de gol y las posibilidades de juego, y el ambiente estaba totalmente relajado, momento ideal para las conversaciones tranquilas y emocionales.

Recuerdo que empezamos a hablar de Brasil, del modo de vida, de nuestra desilusión con Montreal, de lo diferente que nos habíamos imaginado nuestra vida en Canadá como expatriados y como era nuestra experiencia en Brasil: del frío a las playas exóticas, del orden a la samba, de la seriedad al jeito brasileiro.... no se puede comparar lo que hubiera sido una vida allí y la que teníamos en ese momento. Y entonces, como el cuento de la lechera, hablamos de lo emocionante que sería poder ir a hacer un proyecto a Francia, trasladarnos allí, más cerca de casa, aprender francés, tener a Europa al alcance de nuestra mano.... fue divertido imaginar esa posibilidad. Pasamos un buen rato.

Llegaron las navidades y pensábamos que al volver a Sampa las cosas se empezarían a mover, pero los meses pasaron y no se sabía nada. Para calmar los nervios generados por la incertidumbre, buscábamos casas de alquiler en varios destinos, uno de ellos, claro está, Francia, sin saber muy bien si estábamos alimentando falsas esperanzas o quizás un sexto sentido nos decía que era lo que tocaba.

Ha pasado un año desde ese encuentro y esa charla animada se ha materializado. Hoy ya no estamos en brasil, y como por arte de magia,como si fuera un “cortar y pegar”, nuestra hogar ahora se ha instanciado (como decimos en programación en el mundo de los objetos), en un hogar francés.
Nuestro apartamento ahora es una casa con el tejado inclinado.

Nuestras janelas urbanas cubiertas con redes protectoras ahora son ventanitas velux, inclinadas, las típicas que dibujaba de pequeña en mi casa de ensueño.

El condominio de seguridad ahora es imaginario, con una casa que no tiene valla que la separe de la casa (si saco la mano por la ventana de la cocina, puedo dársela a cualquier transeúnte que se adentre en el jardín.

El ascensor social y el de servicio son inexistentes.

Nuestra correspondencia ya no sube sola a nuestro rellano, si no que la recogemos de nuestro buzón a pie de calle

Las basuras no desaparecen por arte de magian a las 10 de la mañana de nuestro rellano de servicio, si no que hay que sacarlas dos veces por semana (ay!!!! eso me recuerda que hoy hay que sacarlas!!! un momento.....) 

Ya, ya volví! Que frío!!!

No hay faxineras ni babas vestidas de blanco. De hecho, aquí sólo se ven niños sólos, con sus bicis, por la calle, o en el campo de futbol. Hemos pasado de un extremo a otro

No hay cámaras de seguridad que puedan seguirme desde que salgo de mi casa hasta que vuelvo a ella.

No hay madrugones para llegar al atasco. No hay atascos

No hay cafés a las 8 en el starbucks de la escuela, porque aquí todas las familias trabajan.

No hay peruas, hay carriles bici y los nenes las usan solos
El bañador ha quedado guardado en el fondo de un cajón, hasta el próximo verano

Nuestra ropa de verano está guardada en un armario y la de invierno, toda, en los cajones. Aquí si que existe el concepto “cambio de armario”

Se acabó ir descalzos por casa, se acabó que los niños estuvieran en ropa interior. Se acabó tener una piscinita perennemente en el balcón para refrescar a las peques.

Ya no habrá más conversaciones improvisadas e imprevistas con Viviana, con Elena, con Francia, con Patricia, con Sara, con Ivette, con mis vecinas las coreanas, con el profe de futebol y capoeira, con Regianne....









Nostalgia....











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