Vino a cenar, porque había partido del
Barça, y como estaba en hotel, sólo, decidimos hacer “pinya”,
adoptándolo por un rato y compartir una tortilla de patatas (de esas
que se han idealizado y que ya no me atrevo a hacer, porque en el
recuerdo de los míos es infinitamente siempre mejor que la que acabo
de hacer, o eso me parece a mi).
Llegaron las navidades y pensábamos
que al volver a Sampa las cosas se empezarían a mover, pero los
meses pasaron y no se sabía nada. Para calmar los nervios generados
por la incertidumbre, buscábamos casas de alquiler en varios
destinos, uno de ellos, claro está, Francia, sin saber muy bien si
estábamos alimentando falsas esperanzas o quizás un sexto sentido
nos decía que era lo que tocaba.
Nuestro apartamento ahora es una casa
con el tejado inclinado.
El condominio de seguridad ahora es
imaginario, con una casa que no tiene valla que la separe de la casa
(si saco la mano por la ventana de la cocina, puedo dársela a
cualquier transeúnte que se adentre en el jardín.
El ascensor social y el de servicio son
inexistentes.
Nuestra correspondencia ya no sube sola
a nuestro rellano, si no que la recogemos de nuestro buzón a pie de
calle
Ya, ya volví! Que frío!!!
No hay faxineras ni babas vestidas de
blanco. De hecho, aquí sólo se ven niños sólos, con sus bicis,
por la calle, o en el campo de futbol. Hemos pasado de un extremo a
otro
No hay cámaras de seguridad que puedan
seguirme desde que salgo de mi casa hasta que vuelvo a ella.
No hay madrugones para llegar al
atasco. No hay atascos
No hay cafés a las 8 en el starbucks
de la escuela, porque aquí todas las familias trabajan.
No hay peruas, hay carriles bici y los
nenes las usan solos
El bañador ha quedado guardado en el
fondo de un cajón, hasta el próximo verano
Nuestra ropa de verano está guardada
en un armario y la de invierno, toda, en los cajones. Aquí si que
existe el concepto “cambio de armario”
Se acabó ir descalzos por casa, se
acabó que los niños estuvieran en ropa interior. Se acabó tener
una piscinita perennemente en el balcón para refrescar a las peques.
Ya no habrá más conversaciones
improvisadas e imprevistas con Viviana, con Elena, con Francia, con
Patricia, con Sara, con Ivette, con mis vecinas las coreanas, con el
profe de futebol y capoeira, con Regianne....
Nostalgia....
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