dissabte, 9 de febrer del 2013

Navidad 2013. El último viaje "ida y vuelta"?



La primera entrada del 2013! A casi mediados de febrero… no está mal! 

Bueno! Pues lo dicho!  Feliz año 2013!
Llevamos dos semanas en casa… y digo en casa, porque ya estábamos deseando llegar  a nuestro apartamento paulistano. Dos meses y medio allí da para mucho, pero sobre todo para encontrarse, de repente, fuera de lugar, estando en tu lugar.

No se si me explico, pero hemos llegado al punto en que, como expatriados, no somos ni de aquí ni de allí. Es como estar en medio del limbo. Echamos de menos la familia y los amigos, nuestras cosas, por supuesto… Abrir la puerta de casa y reconocer ese olor característico del hogar, mientras los niños corren a sus cuartos, a reencontrarse con sus juguetes, voces de alegría por toda la casa, muestras inequívocas de que están contentos de, por fin, estar allí.

Entrando las maletas  todavía, recorro todas las habitaciones, comprobando si en estos últimos 5 meses ha habido desperfectos (humedades, plagas de arañas, funcionará la caldera?,  la bañera se habrá descascarillado más?…) La última vez que cerramos la puerta tras de nosotros era verano, y ahora hacía un frío de noviembre que nos descolocaba. Las camas estaban con el nórdico, y la calefacción hacía dos días que intentaba caldear la casa, aún sin conseguirlo. Pero todo eso da igual, porque por fin somos nosotros en nuestra vida real…. O no?

Pasan los días,  y poco a poco hacemos recuento de las típicas averías causadas por nuestra ausencia: luces fundidas, lavadora con filtro atascado, lavaplatos que no limpia bien, humedades escondidas, descargas de cisternas que por la cal ni dejan llenar ni descargan  … es triste ver como, cada vez que volvemos a casa, las averías son las mismas,  una y otra vez, arreglando las mismas cosas, como diciéndonos a gritos que nos echan de menos, que no pueden estar meses sin nosotros y luego presentarnos como si nada hubiera pasado.

Pasan las semanas, frías, grises, con lluvia a veces, con amenaza de nieve otras, y van pasando los reencuentros con casi todos los amigos. En realidad no es que tu los vuelvas a ver, si no que ellos te reencuentran, puesto que su vida sigue allí y fuiste tu quien se marchó. Aunque siempre procuramos traer recuerdos para todos (como para compensar la ausencia o porque nos acordamos de ellos en todo momento cuando estamos en Brasil) sobretodo pão de queijo, brigadeiros…  es tonto, pero tengo la necesidad de mostrarles las cosas buenas de las que disfrutamos aquí, ya que ellos no pueden venirse a conocerlas en directo, un pedacito de Brasil se viene con nosotros cada vez, maleta a maleta, viaje a viaje.

Dos meses y medio, con navidades de por medio, mi marido a penas sólo las vacaciones navideñas justitas, y el resto, nosotros allí, mientras todos siguen con sus vidas, sus trabajos o sus colegios. Una vez reencontrados, ellos ya han aprendido a vivir con nosotros en la distancia, así que, aunque reconfortados y tranquilos por tenernos “cerca” (más cerca de lo que en los últimos años nos han tenido la mayoría del tiempo), la vida sigue.

Es muy extraño, porque estás de vacaciones, deseando hacer todas esas cosas que cuando estamos en Brasil echamos de menos, pero en realidad, una vez allí, no sientes imprescindible, y dejas pasar los días, contando cuando vas a volver a coger el avión.

Se ha hecho largo, a veces aburrido, de lunes a viernes sobretodo… Aunque esta vez he podido encontrar, para los niños, actividades que les ocupen algo de tiempo diario para no estar encerrados en casa y también para que estén en contacto con sus amigos del colegio (futbol, esbart  o cerámica, por ejemplo) los días se van sucediendo a las noches…. Algunas veces en compañía de amistades, otras de excursión con los abuelos… pero llega un momento que lo único que importa, llegas a desear recuperar la rutina y volver a estar toda la familia de nuevo juntos…. Deseas volver a Brasil. Y se cierra el círculo del expatriado.

Ciertamente, hemos llegado, decía, al punto en que no eres ni de aquí ni de allí, o quizás, puestos a pensarlo bien, eres más de aquí que no de allí. Y entonces es cuando al bajar del avión en São Paulo te descubres pensando que por fin ya estamos aquí. Y abres la puerta del apartamento y tus hijos van corriendo a redescubrir sus habitaciones y los juguetes que dejaron aquí, y comprendes que a ellos les pasa algo parecido.  Ya se alegran de entrar en Casa, sea cual sea la “casa”.

La adaptación ha sido super rápida esta vez. Ha hecho falta este tercer viaje para que los niños entiendan que ahora nuestra vida es así. Que aquí estamos bien. Que allí están también bien, y que todo sigue…. Igual…

Se hace difícil asumir que, quizás, este viaje a casa, ida y vuelta, haya sido el último… quizás la próxima vez que cojamos el avión sea para regresar a nuestra vida “real”y quedarnos para siempre, con la mudanza en algún punto entre América del Sur y la Península Ibérica… nuestra vida empaquetada en un contenedor, como nómadas que nos hemos convertido. Para no ser nunca más los mismos, en nuestra vida de siempre.

No quiero pensar mucho en como vivir los próximos meses aquí. Se que el 23 de junio tengo billete de avión de regreso, y todavía no sabemos si definitivo, o de escala hacia otro país o simplemente para pasar las vacaciones de verano. Espero y deseo que esto se alargue un poco más, porque lo que hemos encontrado en casa me ha asustado bastante. Desde la educación, hasta el  estado de ánimo de las personas frente la situación laboral, el futuro incierto que nos espera allí… da para pensar si  nos interesa o no volver a establecernos allí. Lamentablemente, a parte de atormentarme a mi misma pensando en lo que sería de nosotros, como nos montaríamos la vida allí, no puedo hacer nada ni para anticiparme, ni adaptarme, ni nada… Simplemente, tengo que dejar pasar los días porque, como expatriados, sabemos cuando llegamos y la duración aproximada de nuestras aventuras, pero estamos a merced de las empresas… Es parte de la magia de esta aventura: nueva vida, pero en cierta manera, ya no es nuestra. Porque hablando con otras familias en estas mismas condiciones nuestras, todos decimos lo mismo. Llegas pero… cuando y hacia donde te irás??

Esta primera entrada ha sido una reflexión de lo que he sentido estos días, con este nuevo “regreso” navideño. He sentido tanta añoranza de mi vida aquí en Brasil, una saudade que en otras ocasiones no había sentido. Pienso en el colegio de mis niños aquí, y siento tanta envidia de lo que tienen los niños que van a poder continuar en él los próximos años… que quiero agarrarme como sea a esta expatriación. Supongo que es así porque, hoy por hoy, la única alternativa es volver, y no quiero. Supongo que, si  la decisión fuera entre quedarse aquí y expatriarse a otro país, las cosas las vería con otro color.

De momento  ya hemos empezado el colegio, con sus libros nuevos, el material escolar, los horarios, las prisas y los atascos. Y eso nos conforta, porque ya dominamos este día a día, nuestro día a día.


En fin! Que sea como sea, ya estamos en casa.

4 comentaris:

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  2. Tus palabras me han hecho sentir esa desazón del expatriado. Gracias por compartir tus sentimientos de esta manera. Y feliz regreso a vuestra casa.
    1beso.

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  3. Hola! Gràcies a totes! pels comentaris i per l'interès :)
    Estoy trabajando en un par de entradas nuevas y todavía no me acabo de dejar llevar por la inspiración claramente hacia una... espero en breve poder publicarla.

    Mientras tanto, me alegro mucho de saber que hay quien me lee y sobretodo, que hay quien me acompaña.

    Es dur el camí que es va seguint, quan és tant diferent del que els teus prenen... Però això encara ens fa més autèntics a tots!
    como ya comenté en otra entrada (la tecnología que nos une y que nos separa), es gracias a esta experiencia que he podido poner a muchos en el lugar que les corresponden: unos en el corazón, otros en la mente, y otros en la agenda telefónica que no es la SIM... por lo que... muchos continuáis estando ahí, y otros ,simplemente, han quedado por el camino.

    Obrigada pelo intereis!

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