Era setiembre o octubre del 2012, creo
recordar, aunque no estoy muy segura. Recuerdo que hacía calor y que
era ya oscuro, quizás las 8 o las 9 de la noche. Un compañero del
padre de las criaturas venía a cenar. Estaba haciendo una oferta
para Buenos aires y estaban colaborando esos días en Lapa.
Vino a cenar, porque había partido del
Barça, y como estaba en hotel, sólo, decidimos hacer “pinya”,
adoptándolo por un rato y compartir una tortilla de patatas (de esas
que se han idealizado y que ya no me atrevo a hacer, porque en el
recuerdo de los míos es infinitamente siempre mejor que la que acabo
de hacer, o eso me parece a mi).
Llevábamos un rato sufriendo un poco
por los intentos de gol y las posibilidades de juego, y el ambiente
estaba totalmente relajado, momento ideal para las conversaciones
tranquilas y emocionales.
Recuerdo que empezamos a hablar de
Brasil, del modo de vida, de nuestra desilusión con Montreal, de lo
diferente que nos habíamos imaginado nuestra vida en Canadá como
expatriados y como era nuestra experiencia en Brasil: del frío a las
playas exóticas, del orden a la samba, de la seriedad al jeito
brasileiro.... no se puede comparar lo que hubiera sido una vida allí
y la que teníamos en ese momento. Y entonces, como el cuento de la
lechera, hablamos de lo emocionante que sería poder ir a hacer un
proyecto a Francia, trasladarnos allí, más cerca de casa, aprender
francés, tener a Europa al alcance de nuestra mano.... fue divertido
imaginar esa posibilidad. Pasamos un buen rato.
Llegaron las navidades y pensábamos
que al volver a Sampa las cosas se empezarían a mover, pero los
meses pasaron y no se sabía nada. Para calmar los nervios generados
por la incertidumbre, buscábamos casas de alquiler en varios
destinos, uno de ellos, claro está, Francia, sin saber muy bien si
estábamos alimentando falsas esperanzas o quizás un sexto sentido
nos decía que era lo que tocaba.
Ha pasado un año desde ese encuentro y
esa charla animada se ha materializado. Hoy ya no estamos en brasil,
y como por arte de magia,como si fuera un “cortar y pegar”,
nuestra hogar ahora se ha instanciado (como decimos en programación
en el mundo de los objetos), en un hogar francés.
Nuestro apartamento ahora es una casa
con el tejado inclinado.
Nuestras janelas urbanas cubiertas con
redes protectoras ahora son ventanitas velux, inclinadas, las típicas
que dibujaba de pequeña en mi casa de ensueño.
El condominio de seguridad ahora es
imaginario, con una casa que no tiene valla que la separe de la casa
(si saco la mano por la ventana de la cocina, puedo dársela a
cualquier transeúnte que se adentre en el jardín.
El ascensor social y el de servicio son
inexistentes.
Nuestra correspondencia ya no sube sola
a nuestro rellano, si no que la recogemos de nuestro buzón a pie de
calle
Las basuras no desaparecen por arte de
magian a las 10 de la mañana de nuestro rellano de servicio, si no
que hay que sacarlas dos veces por semana (ay!!!! eso me recuerda que
hoy hay que sacarlas!!! un momento.....)
Ya, ya volví! Que frío!!!
No hay faxineras ni babas vestidas de
blanco. De hecho, aquí sólo se ven niños sólos, con sus bicis,
por la calle, o en el campo de futbol. Hemos pasado de un extremo a
otro
No hay cámaras de seguridad que puedan
seguirme desde que salgo de mi casa hasta que vuelvo a ella.
No hay madrugones para llegar al
atasco. No hay atascos
No hay cafés a las 8 en el starbucks
de la escuela, porque aquí todas las familias trabajan.
No hay peruas, hay carriles bici y los
nenes las usan solos
El bañador ha quedado guardado en el
fondo de un cajón, hasta el próximo verano
Nuestra ropa de verano está guardada
en un armario y la de invierno, toda, en los cajones. Aquí si que
existe el concepto “cambio de armario”
Se acabó ir descalzos por casa, se
acabó que los niños estuvieran en ropa interior. Se acabó tener
una piscinita perennemente en el balcón para refrescar a las peques.
Ya no habrá más conversaciones
improvisadas e imprevistas con Viviana, con Elena, con Francia, con
Patricia, con Sara, con Ivette, con mis vecinas las coreanas, con el
profe de futebol y capoeira, con Regianne....
Nostalgia....
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