dimecres, 18 d’abril del 2012

Ilhabela

Están siendo unos días un poco complicados, de anarquía total de horarios, hemos perdido el ritmo!!! , entre varias causas, la visita de los abuelos, que nos ha supuesto una readaptación de rutinas y luego por falta de energías por mi parte, ya que la semana pasada parece que las terminé todas y ahora estoy intentando recuperarlas… Por un lado, mi cuerpo necesita recuperarse y tener fuerzas, cosa que de momento sólo estoy intentando solucionar en parte con suplementos vitamínicos (vaya…  eso me recuerda que hoy todavía no me las he tomado) y por otro lado, mi psique está fatigada, agotada, funcionando en piloto automático… Necesito irremediablemente unas vacaciones de no-hacer-absolutamente-nada para poder después hacer absolutamente-todo lo que requiere estar aquí y ser la directora de esta orquestra familiar. 

Si ya me lo dice mi madre... que tengo-debo-es absolutamente indispensable que yo esté bien, de salud y de estado de ánimos, porque de mi dependen muchas cosas… lo se… pero, lo que no acabo de encontrar, es la fórmula magistral para llevar a cabo esta premisa… Estoy muy cansada, mi vaso está lleno, a tope, diría… y aunque el domingo ya no podía más y “peté” literalmente, el lunes sin apenas haber cambiado nada (y eso significa que todo sigue igual y si no hago algo, todo queda en el fondo, esperando hasta la próxima…) parece ser  el monstruo ha quedado dormido y como se supone que hay que tirar para adelante…. Ains!!! Como echo de menos poder irme a cenar con mi tribu!!!  

En el fondo sabía que este segundo semestre sería peor que el primero. Cuando llegamos, me di unos meses de adaptación, sabiendo que con la multitud de cosas nuevas a las que tendríamos que habituarnos íbamos a estar la mar de entretenidos… Eso, y el acompañamiento de las amistades que dejamos allí, saber que tenía tiempo para adaptarme, lo han hecho todo más fácil.

Al volver de navidades, sabía que estos meses serían los más duros: Ya conocer lo que tenemos aquí, volver irremediablemente a la rutina, etc. Harían que llegar hasta julio con ganas fuera difícil. Y a esto hay que sumar que, efectivamente, ahora la gente de casa ya sabe donde estamos, que es normal que estemos lejos, no podernos ver tan a menudo como antes de irnos, pero que volveremos y todo será igual… y eso se traduce en menos mensajes, menos skypes, tanto de familia como de amigos, eh? Y se que es normal, que todas las cosas van tomando su lugar, y el nuestro, está bien lejos… 

Pero claro, traducir esta situación por “se han olvidado de nosotros”, es taaaaaaaaaaaaaan fácil… que aún sabiendo que no es así, que es el proceso normal de aceptación de esta situación, por parte de todos… eso hace que esta temporada estemos (almenos yo) especialmente más tristes.

Quería hoy recordar nuestra estancia de 3 días en ilhabela, de largo los mejores días de descanso que hemos pasado desde que estamos aquí. Resulta que el padre de las criaturas llevaba desde diciembre de 2010 sin poder tomarse unos días seriamente de descanso, así que en octubre 2011, con un par de meses a nuestras espaldas en Sao Paulo y aprovechando la semana de vacaciones que tenían los nenes, nos montamos en el coche y nos decidimos a pasar nuestra primera experiencia haciendo “turismo local” en Brasil.
 
El lugar escogido fue Ilhabela, y en lugar de irnos ya el viernes, decidimos ir contra corriente y llegar el domingo, con la tranquilidad, para volver el miércoles.

Un poco de información externa:

Ilhabela es el único municipio archipiélago  del país. Bañada en el Atlántico, se halla a unos 200km de Sao Paulo, pero como la comunicación no es muy buena, invertimos en recorrerlos  más de 3h (y eso si no hay tráfico, porque si no, perfectamente podemos tardar 6h o más)

A Ilhabela se la llama también São Sebastian, por  pertenecer a la cordillera del mismo nombre. En tierra, está muy próxima a  São Sebastian dos Campos y pertenece a la microrregión de Caraguatatuba.

Es una isla muy agreste, preciosa, con muchas playas paradisíacas, cachoeiras, bosques fantásticos… que vive exclusivamente del turismo. Su otro nombre “capital da vela” hace referencia al deporte que más se practica en ella, la vela, puesto que al estar en mar atlántico se halla en una zona de fuertes vientos, que la hacen ideal para la práctica de este deporte.

Al ir en octubre, y entre semana, pudimos disfrutar de la isla sin aglomeraciones, casi desierta! El tiempo acompañó sólo al 50% al ser primavera, pudiendo tener días de playa y días de excursión, pero también supuso esto una ventaja para poder ir a las playas y a los restaurantes más buenos sin sufrir de colas, esperas, etc. Fue fantástico!

Para llegar a la isla hay que usar un ferry , que funciona las 24 h del día, todos los días. Transporta personas y vehículos, pudiendo acceder a él ya sea con hora concertada (evita la cola de coches, por un precio superior al viaje normal) o sin ella (es impresionante la cola que llega a formarse para poder cruzar el ferri! Nosotros vimos el de domingo tarde, desde las 17:00 y hasta las 01:00 aún había coches para cruzar!) 


Nosotros íbamos con hora concertada y la verdad es que, aunque íbamos en contra del flujo “normal” en domingo, la sensación de “anar per feina” y no tener que esperar para subir al ferri fue fantástica! Mientras todos iban por una fila laaaarga, nosotros entramos por otro sitio y fuimos directos al ferri! Muy recomendable, la verdad!

Ya en el ferri, las normas de seguridad recomiendan salir del vehículo, y así de paso disfrutar del trayecto, que dura aproximadamente unos 15 o 20 minutos.

Ya en el otro lado, se llega a una zona claramente de “entrada-salida” de la isla, con restaurantes, posadas, tiendas de recuerdos, etc. sin playa, sólo de puerto.

Nuestra posada se hallaba muy cerca del embarque del ferri, por lo que era ideal para poder sondear como estaba el tema “cola para subir al ferri” sin renunciar a la piscina o al descanso. Aunque la cola del ferri estaba muy bien indicada, y en hora punta, muchos vendedores ambulantes aprovechaban la espera para hacer negocio, a la vez que hacen más amena las horas de estar en el coche sin avanzar a penas.

Para encontrar el hotel/posada que más nos convenga, existen diferentes webs con opciones:

 
Desde hoteles con grandes servicios a posadas más familiares. Nosotros nos decantamos más por este tipo de establecimientos, dado que al ser familia numerosa evitamos al máximo los hoteles, ya que suelen ser más caros y también los que imponen más restricciones al tipo de familia como la nuestra (en muchos lugares nos encontramos que tenemos que coger dos habitaciones, y claro… no es plan.

Nos decidimos por esta: http://www.mundi.com.br/Hotel-Caravela-Pousada-Ilhabela-292646.html y la verdad, fue genial. Está regentada por una familia jubilada, pero que ha delegado en sus dos hijos (dos expaulistas ex estresados que abandonaron la vida de la ciudad y sus negocios full time por la vida tranquila y lenta de la isla). Gente muy simpática, entregada al negocio, que está dispuesta a facilitarte todo tipo de servicios para hacerte pasar unos días agradables.


Las habitaciones son cabañas unifamiliares, con un pequeño porche con su  hamaca particular cada una. En nuestra cabaña cabíamos perfectamente todos los 6, en tres camas individuales y una de matrimonio, más una cuna de viaje, si es preciso. Las cabañas se disponían alrededor de un jardín privado, con una pequeña piscina en el centro, muy cercana a la zona de terraza, desde donde uno se podía tomar un suco natural mientras navegaba por internet y vigilaba a la prole.
El precio de la pousada incluía el desayuno, ni almorço ni cena, pero si se quería, se podía pedir servicio de pizza a domicilio y degustar la cena en el restaurante de la pousada, pagando tan sólo un pequeño “servicio” a parte.

Los días que hizo sol, los aprovechamos para ir a la playa: La que más nos gustó, la pranhia do Sino. Una playa pequeña, a pie de carretera, con un enoooooooorme pedrusco (producto de las múltiples erupciones volcánicas que antaño hubo en la isla… ah! Que no os he dicho… si… es una isla de origen volcánico y tiene diversos cráteres que se pueden visitar). Si se golpea el “sino” con otra piedra o un martillo, hace un ruido que recuerda fácilmente a una campana, y de ahí el nombre. A pie de playa, encontramos un restaurante encima del mar, donde se puede degustar un buen pescado acompañado de sucos naturais sabrosísimos, mientras se disfruta del maravilloso paisaje.

Para pasear, se puede ir con el coche hasta la Vilha, e ir de compras, o a comer a un restaurante.
Para los que gustan de excursiones, ha paseos organizados para ir a cachoeiras, a visitar los volcanes o el parque natural en 4x4.

También hay playas a las que sólo se llega en barco, si se dispone de uno particular o del título de patrón y se quiere alquilar uno.
 
En coche sólo se puede recorrer el lado “continental” de la isla, ya que el lado “atlántico” es inaccesible por carretera convencional (sólo vehículos preparados o barcos). Es una pena, porque en esta zona es donde se hallan las zonas de piratas, las mejores playas y mejores vistas… pero bueno, tendremos que volver J






Para tres días que estuvimos allí, la verdad es que aunque nos llovío el dia de llegada y el de regreso, pudimos hacernos una buena idea del lugar: comimos en los restaurantes recomendados, hicimos la compra de las camisetas de recuerdo, paseamos por todos los caminos que el coche nos permitió, etc.
Muy recomendable comer en :
Ver enlaces para más información:
Nosotros visitamos:
-       Rest. Manjerição
-       Rest. Canoa de voga
-       Senzala pizzería
-       Saiko sushi
-       Pedra do sino (http://www.restaurantepedradosino.com.br/)

Pero, porque siempre hay un pero, y en este caso también J Los borrachudos arruinaron un poco la visita… Bueno, realmente la visita no, si no más bien la semana posterior al viaje…

Estos bichitos, son como moscas, que a diferencia de los pernilongos, no tienen una trompa por donde picar, si no que tienen como dos pequeñas pinzas, por donde se agarran al cuerpo, hacen un mordisco y chupan la sangre, a la vez que dejan en la herida una sustancia a la que se suele tener una reacción brutal, al cabo de un tiempo (no es inmediato).

Suelen estar cerca de agua dulce, pero como ilhabela tiene muchas cachoerias cercanas a las playas, realmente te pueden “asaltar” en cualquier parte de la isla.  Vuelan muy a ras de suelo, por lo que suele ser frecuente que nos piquen cuando estamos degustando la comida, o sentados en la misma playa, tomando el sol!
Tal es así la plaga de estos bichos, que en la misma isla hay una tienda especializada en los mismos, llena de repelentes y lociones.


A pesar del recuerdo que me dejaron estos insectos las semanas posteriores a nuestra excursión a la isla, de Ilhabela nos trajimos una experiencia muy buena, y no descartamos en el futuro regresar a ella (eso si1 igual fuera de temporada que nuestra primera vez! Ya que no me imagino como se pone en fechas como carnaval o pleno verano!)
 



 A la izquierda, vista desde desde el restaurante de pranhia do sino.













 
Sin duda, la vida en Ilhabela no es como la de Sampa. Hay que ver como se vive allí!!!!




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