divendres, 18 de maig del 2012

Piloto automático: nueva hibernación

Hoy ha sido un día de esos de no parar… y aún no ha terminado… Antes de sentarme en esta silla, en frente de esta hoja en blanco, han pasado muchas horas…. Desde que he llegado a casa, he ido pensando en como comenzar este post, mientras hacía la cama por un lado, y bajaba a la beba por el otro. Rehacía la cama, me lavaba los dientes, y descubría a mi mediana saltando en la cama, la misma que acababa de rehacer. La arrumo de nuevo, y me voy a poner una lavadora, mientras la beba me revuelve el lixo. La llevo al comedor, retomo la tarea, y ella vuelve a estar conmigo! Esta vez, poniendo las manos en el cubo del agua sucia.


De nuevo, lavamos manos y la llevo a un lugar más seguro para ella, aunque no parece estar de acuerdo y a los 3 segundos vuelve a estar en la cocina, abriendo los cajones y “armándose” con un rollo de bolsas de plástico para congelar. Atranco el paso a la cocina y me dirijo a la terraza para tender la ropa. Barro el acceso porque no me gusta que salga a la terraza, pero después de quejarse, invade el silencio, y cuando me percato, ha pasado por debajo del sillón y ya está junto a mi, en el tendedero, dirección a la cristalera que más vértigo me da… Aún no se ni como puedo digerir la comida, porque como de pie, mientras voy haciendo otras cosas, ya que, en los 5 minutos que consigo que estén los 4 reunidos a la mesa, es el momento de poder recogerlo todo sin que en 2 segundos vuelva a la “entropía”…. Cosas de casas numerosas… ya sabéis…



Ay! Que se me quema el pastel!!! Ahora vuelvooooooo!


A lo que iba….

Hoy ha sido uno de esos en los que, desde que te levantas por la mañana hasta que te sientas para tomar un café han pasado la friolera de 5 horas, en los que he cargado con la beba a colo, dando teta de pie, mientras compraba los libros de los nenes en la feria de la escuela o comprando en el sacolao la verdura para toda la semana, pensando en que voy a cocinarles cada uno de todos los días de la próxima semana  ya que, efectivamente…. Me vuelvo a quedar “sola”.

La primera vez que estando en este país, mi costillo tubo que marcharse de viaje de empresa, me pareció una broma pesada… 6 meses estando separados, él en Brasil y yo en Barcelona, ni un solo viaje que le permitiera pasarse por casa unos días decentes, para saludarnos, para abrazar a sus hijos, para poner su mano en mi barriga de 7 meses… y a la primera de cambio, recién aterrizados en este país, con sólo unos pocos días en este continente, sin a penas conocer a nadie, sin hablar la lengua, con un GPS para ir hasta al baño… va y le envían a la India: tócate las mandangas, pensé… Parecía hecho a posta… aunque me aseguró que no era así. En fin! Seamos positivos….

Después, en navidades, otro mes separados, nosotros en casa, él en Brasil. Nos reunimos finalmente, principio de curso, carnaval… y de nuevo.. dos semanas solos. Ya es mala suerte! Pensareis… yo ya no se que pensar…

Las que tenemos parejas que viajan,  más o menos nos acostumbramos a estar solas, activamos el modo “piloto automático” para poder llegar al día D más o menos decentemente.

Yo tengo el vaso lleno… Estar sola, en este país, me agobia. La primera vez, tenía tanto miedo a que me pasara algo, a que nadie se enterara, que  sólo pensaba en como instruir a mi hijo “mayor” de ocho años para desenvolverse en una situación de emergencia, sin llegar a traumatizarle o transmitirle mis miedos: listas con números de teléfono en la nevera, como funciona l’skype, como bajar por el ascensor de emergencia… Vivir en un bloque de apartamentos de 24 pisos tampoco ayuda a mi tranquilidad cuando estoy de madre soltera. Por las noches, me invaden pensamientos sobre catástrofes: que pasaría si hay un incendio y estoy sola? Como poner a salvo a toda la prole? De verdad…  da para enviarme al psicólogo para que estudie mi caso, soy consciente.

Al igual que si se tratara de una preparación para la hibernación,  como buena “mamá oso”, acumulo víveres y provisiones en general para estos días en los que no voy a contar más que con mis dos manos. 
Luego está la rutina que hay que adoptar, ya que durante todo el tiempo en que esté de custodia completa, no puedo dejar nada a la improvisación… Literalmente, todo programado y simplificación al máximo.

El día comienza a las 05:30, con mi ducha, no antes poniendo a mi hijo mayor de “vigilante” del resto, por si fuera que mientras tengo el agua de la ducha encendida se despierta la beba y no la oigo. Mi ducha tiene que ser rápida “como las balas”,  así que no da para muchas florituras como pasarse cremas o usar el secador. A las 06:00 nenes arriba, para el comedor, a vestirse, hacer mi cama, peinarlos, preparar los desayunos, repasar que no queden deberes a la vista, vestir a la enana, repasar un poco la casa, poner lavadora y ala! Para el cole!

A la vuelta, la rutina no difiere mucho de cuando estoy con el padre de las criaturas, así que quizás pueda permitirme el lujo de ponerme con alguno de mis temas o hacer un skype con él, ya que nos separan, a parte de muchísimos kilómetros, 8 horas y media, así que además de todo eso, cuando él está despierto, nosotros dormimos, y cuando nosotros estamos activos, el descansa… no da ni para comunicarse.

Hay que rezar para que ninguno enferme, ni yo (eso sería la hecatombe!)  ni para que el coche se estrague o que se vaya la luz en la hora de las cenas. A parte, tampoco quiero complicaciones, así que lo máximo que hacemos es mantener las actividades del clube de la criançada toda, ni ir a casa de nadie o a algún lugar! Que de sólo pensar en la logística para mi solita, ya me canso y me voy a dormir.

No es que encuentre excepcional mi situación personal, ni mucho menos…. Casi todas las que mujeres expatriadas nos encontramos con situaciones así casi todos los meses (hay quienes incluso llegan a pasar meses sin su marido!), así que no me puedo quejar mucho. Eso no quita que no me guste y que ya hoy viernes, a 2 días de quedarme “de guardia”, ya me esté poniendo “mala”, triste, quejosa y pensativa. Lo que más echo de menos, es la conversación con alguien, aunque sea sobre los niños, un par de manos que permitan recuperar la tranquilidad tras un momento de crisis, pero sobretodo, esa sensación de seguridad de que no me va a pasar nada grave, ya que tengo a quien me va a sostener.


Se que a estas alturas ya no es lo mismo que la primera vez que me quedé en este continente sola con mis hijos… Ahora tengo muchas personas que podrían cuidarme si fuera necesario, y me siento más tranquila. Se que si tengo que irme de urgencias de madrugada, puedo dejar a mis hijos en buenas manos, se que si me pongo enferma, alguien puede recoger a los nenes en el cole, o comprarme en la farmacia, se que si estoy triste puedo tomar café y que me levanten el ánimo… ahora me siento más “arropada” y menos “indefensa”.

El domingo, él se marchará dejándonos a punto para la cena. Recorrerá muchos quilómetros en los que nos echará de menos y se que se irá preocupado. Nos ha prometido que nos iremos de vacaciones en cuanto vuelva así que tendremos en que pensar durante estos días.



A todas las mujeres que están en países lejanos, con maridos viajeros, unas con más valentía que otras, otras con más melancolía que unas… Es lo que hay L y lo sabemos… Sólo hay que encontrar la manera de vivirlo como algo normal… o quizás cuando lo normalicemos en nuestras vidas, será porque ya hemos pasado muchas horas solas… no lo se…


Foto1: Mi desayuno improvisado, de la cantina del colegio
Foto2: Mi beba, mirando los libros, pensando a cual meterle un mordisco con sus 8 afilados dientes
Foto3: Libro de carteles malucos, de mi hijo mayor. Nos hemos reído un rato!
Foto4: Los libros "oficiales" a comprar...
Foto5: Personal de la escuela, dispuesto como Don Quijote, a colocar las banderas, como si de lanzas se tratara!

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