dijous, 2 d’agost del 2012

De vuelta a casa


“Hasta pronto” a:

  • Los desayunos en la terraza de nuestra casa
  • Los cafés de antes de acostarse, en el porche, al fresco
  • A hacer una llamada local a un amigo, y no un skypy
  • Que llamen a la puerta y sean los vecinitos que vienen para llevarse a mi hijo a la piscina
  • Oír los gritos de “Inyakiiiiii” de mis hijos, recién levantados, por la ventana de su cuarto, para llamar a su amiguito de la casa de al lado
  • Poner la tele y oír las noticias en mi idioma y en tiempo real: las del mediodía al mediodía, las de la noche a la noche…
  • Conversaciones largas, con café en la mano, risas y confidencias, entre amistades
  • Que el día empiece con sol y acabe con sol, o que empiece con lluvia y sepas con certeza que lloverá
  • Las rebajas, y no rebajas, esos precios de locura, que hacen que pierdas el control de la situación, que todo te parezca una ganga o lo necesites…
  • Al jamón, al fuet, al foie, a las olivas rellenas de anchoa, a la horchata, la nocilla, las torrijas, las alcachofas
  • Que se averíe alguna cosa, llames al “manitas” de turno, y lo arregle!! Pero de verdad!!! Y que encima venga el día y la hora que toque, sin tener que perseguirlos demasiado!
  • A las “discusiones” con la family, porque si, porque tienes tiempo, porque sabes que se va a arreglar, que en el fondo estás ahí y puedes permitirte el lujo de enfadarte, para luego reconciliarte, porque tienes tiempo
  • Las carreteras y calles bien asfaltadas, sin bandas estúpidas “reductoras de velocidad”
  • A los coches con  marchas
  • Recibir llamadas de telepromoción a cualquier hora del día
  • Que se presenten mis suegros con pan de Sant Sadurní
  • El olor de mi tatami
  • A llevar las pulseritas para kitos, que nos piquen los mosquitos, o las hormigas invadan mi espacio, mi bolso, mi cocina….
  • Al sol Mediterráneo y los días largos
  • Paseos en kayak al atardecer

Hola a:
  • Los madrugones, los atascos
  • El frío de la primera hora de la mañana, y el calor sofocante del mediodía
  • Días cortos con tiempo inestable
  • El olor a comida coreana que sube por los jalos del lavadero
  • A los escapes de agua del baño que ya hemos arreglado tres o cuatro veces
  • A los whatsups y skypys con nuestros amigos y familiares
  • A apreciar el tiempo que tenemos en las video-conferencias, porque nunca sabemos cuando vamos a quedarnos sin ancho de banda
  • Vivir 5 horas más tarde que el resto del mundo que nos interesa
  • A perdernos el día a día de nuestra tribu, ver crecer a los niños por foto, perdernos las alegrías y vivir distantes las tristezas
  • No más jamón, ni fuet, ni foie ni pan de Sant Sadurní
  • Retomar el contacto con las amistades de aquí, las viejas rutinas de la escuela, el olor de este país, a pão de Queijo y feijoão
  • Reencontrarse con nuestras vecinas coreanas, mexicanas, argentinas, chilenas y compartir las experiencias de estos días de vacaciones
  • Saborear una tarta de queso del Amerika servido en casa
  • A los guisantes que se llaman ervilla, a la patata que aquí es mandioca y a lo que ellos llaman “presunto cocido”, que no se parece en nada al jamón en dulce…
  • Nuestro apartamento del 9 piso, sin aire acondicionado ni calefacción
  • A los baños en la piscina antes de acostarse
En definitiva, que ya hemos vuelto. Que ya hemos cruzado el charco, en el mismo vuelo que hace un año lo hacíamos por primera vez. Entonces, teníamos muchos nervios, una sensación de vértigo por la nueva vida que nos esperaba en este país, y no mirábamos al suelo, sólo al cielo, contando las horas que nos faltaban para por fin entrar en esa casa que sólo habíamos visto por foto. Mi costillo estaba nervioso, como el que ha estudiado para un examen y espera la nota final (él lo había dispuesto todo en este país) y nosotros éramos como los “jueces” a los que debía contentar. Pero nosotros estábamos predispuestos muy positivamente a que nos gustara el lugar, aunque a los niños, eso de dejar atrás a los amigos “de toda la vida”, no les hacía mucha gracia.









Un año más tarde, el mismo avión nos deja en el mismo aeropuerto. Pero esta vez, las “maletas” pesan mucho más. En São Paulo tenemos lo que necesitamos, pero la nostalgia  de la familia y de los amigos cada vez es más pesada. Por suerte, esta vez no estamos sólos aquí. Muchas amistades nos han dado la re-bienvenida, y eso ya es muchísimo más de lo que teníamos la primera vez. Gracias a ellos, ya la tecnología que nos acompaña, nos hemos re-adaptado una vez más a esta vida que tenemos en Brasil… aunque ya estamos contando el tiempo que falta para volver a casa: 4 meses, 2 semanas, 5 días


foto1: fuegos de Sant Joan, vistos sobre mi casa
foto2: camido a la playa
foto3: una tarde de castillos de arena
foto4: mi primer desayuno en casa
foto5:previsión del tiempo para la primera semana en SamPa
foto6: mi primer guaraná de regreso
foto7: Un paisaje Penedesenc

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