divendres, 20 d’abril del 2012

Dos meses, dos semanas y dos días

No se si comenté en alguna ocasión que en la escuela de los  niños organizan encuentros “familia escola” cada quince días. Se trata de reuniones, a la que ya podéis imaginar, sólo asisten madres, en las que se tratan diferentes aspectos alrededor de la educación, la crianza, la familia…

El primer encuentro fue hace algunas semanas y la verdad, la presentación fue genial (hablaba de dirigir un barco, de que el capitán tenía que saber el rumbo, coger fuerte el timón) pero la charla acabó confirmando lo que yo ya temía: las recomendaciones sobre crianza con apego, respetuosa, diálogo, etc. Brillaban por su ausencia en esta sociedad donde las babas son los que más están con los niños, mientras los padres sobreviven a las jornadas maratonianas de trabajo. Me apunté porque pensé que sería una buena manera de relacionarme con otras madres, de practicar el idioma, quizás de aprender alguna cosa, que siempre va bien, pero después de esa primera sesión en la que tuve varias veces la sensación de que me pinchaban y no me sacaban sangre, dudaba realmente de si el tiempo que invertía en esto era justificable (ya que mi tiempo es oro para mi salud y la de la repeque).

Ayer volví a ir, todavía no se porque ni de donde saqué las fuerzas para ello, ya que todavía estoy arrastrando la falta de energías que consumí la semana pasada, y la verdad, me sirvió de muchísimo.

Lo que la semana anterior había sido sólo comentarios del tipo: hay que hacer entender a los niños que si mamá sólo le puede dedicar 15 minutos, pasado ese tiempo el niño tiene que aceptar que su madre vaya a hacer otras cosas, que si los niños son manipuladores, que si cuando dicen que les duele algo es para no ir a la escuela, que si saben latín… (Ese tipo de cosas que, dichas de una madre para otras madres suelen ser losas que acaban convirtiéndose en ansiedad y sentimiento de culpa cuando tu instinto te dice una cosa pero haces otra porque se supone que es lo socialmente aceptable…. Yo ya digo, calladita me quedé) dieron paso a charlas sobre sentimientos, como hablar y escuchar a los hijos, acompañarlos en sus angustias y reagirnos de las nuestras... un mensage muy distinto al que se transmitió la sesión anterior!

Ayer, el encuentro dio un giro que me gustó. Comenzamos por moldear arcilla, creando una figura que se supone debía ser el reflejo de lo que esperábamos conseguir con las sesiones, y luego, a modo de terapia, una a una fuimos explicando lo que habíamos creado y verbalizando nuestras necesidades. Hubo quienes dibujaron escaleras, montañas, caracoles… y la mayoría pronunció la palabra “control” durante sus explicaciones. Yo, como pude, me decanté por moldear lo que pretendía que fueran  6 corazones concéntricos, uno por cada uno de nosotros y que a la vez representaran los diferentes estados de ánimo: alegría, seguridad, protección, bienestar, riqueza emocional y amor, en diferentes grados, siendo quizás lo más lógico pensar que los corazones exteriores éramos los progenitores y los interiores los hijos pero no realmente así en cuanto a sentimientos, siendo quizás algunas veces los hijos los que nos dan la alegría desde el exterior y nosotros en el centro recibiendo o precisando de la seguridad que nos aporta… Fuimos hablando, escuchando, llorando y riendo y la verdad, salí de allí con pensamientos más positivos y con ganas de retomar las riendas de mis estados de ánimo.

Hoy el padre de las criaturas y yo (con la compañía de nuestra pequeña mamadora)  nos iremos a cenar “solos”, aprovechando que los abuelos están en casa. Hace muchos meses que no podemos hacer tal cosa y es muy sano de vez en cuando rencontrar la “soledad” de la pareja. Tengo muchas ideas, muchas preocupaciones sin solución, y preguntas sin respuesta que comentar… Espero que la “cena” sea sanadora y encuentre de nuevo una superficie sólida sobre la que darme un nuevo impulso para lograr llegar a nuestras próximas  vacaciones, dentro de 2 meses, dos semanas y dos días…

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada